MI PRIMERA VEZ CON MI AMA
La primera vez con mi Domina El corazón le latía muy rápido.
Estaba deseando que se abriera aquella puerta. Miedo, nervios, excitación, intriga, deseo...
los sentimientos se agolpaban en su mente.

Las mariposas revoloteaban en su estómago sin parar y de golpe, se abre. - “Pasa”. Le ordenan Entra sin dudar, y escucha la puerta cerrarse, Se gira y por primera vez la ve a ella, a su Diosa, su Domina, quien le guiará por los caminos de la sumisión.

Le impacta su presencia, sus botas negras y altas, su vestido de cuero, el insinuante escote, la belleza de su rostro, No sabe que le impacta más… Sí lo sabe: las botas! Le guía al centro del salón, ella se sienta en el sofá i llega la segunda orden. - “Desnúdate! Tienes 30 segundos” Rápidamente la ropa del sumiso va de su cuerpo a un rincón de la sala.

Con los nervios se enredan zapatos y pantalones, pero al fin está desnudo.

No sabe que hacer. Se coloca frente a su Ama y decide ponerse con las piernas abiertas y las manos en la espalda. - “De verdad que vas a estar de pie frente a tu Diosa?” le pregunta. La respuesta no necesita palabras.

El sumiso se arrodilla consciente de su error. -“Te has ganado el primer castigo, y desnudarte no ha estado mal, pero 32 segundos merecen un segundo castigo”.

La Domina no ha dudado en mostrar quien manda y el sumiso es cada vez más consciente de su situación al servicio de la Dómina.
Le ordena que se acerque más y el anda sobre sus rodillas con las manos en la espalda.

De momento vamos a ver que tal eres como perrito lamedor. Te gustan mis botas, lo he notado en tu mirada. Bésalas y lámelas porqué son parte de mi.

Él acata la orden coge la bota izquierda con las manos y la besa con dulzura, empieza a lamerla, puntera, empeine, se acerca al tacón que también recibe las caricias de su lengua.

Y decide dar un paso más y se lo introduce en la boca para succionarlo y lamerlo más intensamente como si de un dedo de su Ama se tratara, o quizás como si fuera una polla.
La mira disimuladamente pera ver su reacción i decidir los próximos movimientos.

Ella moviendo la pierna le va guiando sus lamidas hasta que le ordena que le saque las botas. Ahora tiene frente a él aquellos pies, una parte muy erógena de su ama i que va a tener que adorar.
Ella no habla, espera ver la actuación del sumiso.
Tiene el poder y lo sabe.

La acerca el pie derecho a la boca y empiezan los besos y la lamida. Los dedos, la planta, el empeine, el talón… Y vuelve para dar el tratamiento especial a lo dedos.

Los lame con cuidado, delicadamente y empieza a recorrerlos con su lengua con detalle: las uñas, la base, los lados, el espacio entre ellos…

La escucha suspirar i saber que está cumpliendo las expectativas hace que se lance sobre el otro pie aun con más pasión. - “Guau, has estado muy bien.
Te voy a rebajar el castigo, pero no lo perdono. Levántate, apoya tu cintura en la mesa, extiende los brazos y separa las piernas hasta que toquen las patas.”

El corazón del sumiso volvía a latir con fuerza, ahora no la veía e intuía que su culo iba a recibir su merecido.

La Ama se puso delante de él y le mostró la paleta que llevaba en la mano derecha, con la que golpeaba rítmicamente su mano izquierda. -“Te voy a dar 15 palazos, había pensado en 25 pero para que veas que soy indulgente i que te premio por el buen trabajo de lamedor hago una rebaja.

Después de cada azote quiero oír el número y que me lo agradezcas”.

Y la Domina desaparece de su campo visual.

El sumiso agudiza su oído para intuir cuando caerá el primer golpe pero no lo adivina. Plassss! Sobre su nalga izquierda. Intenta superar el dolor y agradece: “Uno, gracias señora!”

Los golpes van cayendo seguidos de los agradecimientos, pero no lo hacen rítmicamente y eso aun le tortura más.

Su Señora era una experta dómina y controlaba todos los detalles. Cuando acabaron los golpes, le dijo que no se moviera.
No pasó ni un minuto cuando noto las manos de su Diosa jugar con sus huevos y polla, como los estiraba i amasaba, primero delicadamente y luego con más fuerza que fue intensificando hasta que las quejas que emitía el sumiso le alertaron que llegaba a su límite.

Seguidamente, la Ama cogió una cuerda y ató un extremo a la base de los huevos dando varias vueltas para asegurar su sujeción i también para que estuvieran bien apretados, Mientras los tenia cogidos con una mano, los golpeaba con la otra, primero con fuerza contenida y mirando la cara de sufrimiento y miedo del sumiso mientras iba subiendo la intensidad de los golpes…
a la vez que aumentaban las quejas del sumiso.

La siguiente orden no fue verbal. El tirón de su escroto y el dolor en los huevos hizo que el sumiso se levantara de la mesa i siguiera a su ama de nuevo al salón. Era humillante y excitante ver andar a su ama i como de su mano salía la cuerda atada a sus testículos que le llevaba a donde quería.

Lo dejó allí parado y ella desapareció unos instantes. Cuando volvió levaba puesto un arnés con un pene morado i llevaba dos dildos más en la mano.

-“Ahora voy a estrenar tu culito.

Para que veas que soy indulgente lo haré que el strap que llevo puesto que és el más pequeño de los tres, y luego te penetraré con el segundo”,le dijo mostrándole un pene de color carne y de unas dimensiones que les parecieron al sumiso que eran algo mayores que las de su penen en erección.

El corazón se disparaba de nuevo!. “El tercero te o acabaré metiendo otro día, pero será muy pronto”, le dijo mostrándole un pene negro de dimensiones aún mayores. -“De rodillas, chúpalo, lámelo, lubrícalo muy bien…”. Estuvo un par de minutos metiéndose aquel pene en la boca, paseando su lengua por el, arriba, abajo, la punta, ensalivándolo todo lo possible… “Bien, y ahora una garganta profunda”
Y lentamente la Ama la cogió la cabeza con las dos manos y adelantó su cadera para insertar aquel pene en lo más profundo de la cara del sumiso.

Lo tenía bien agarrado del pelo y marcaba ella el ritmo de las penetraciones.
Lo sacaba y lo metía, repitió la operación con tranquilidad hasta que decidió acabar metiéndolo hasta el fondo y sacándolo rápidamente.
Le estaba haciendo una follada de boca brutal! Cuando pensó que era suficiente, la Ama se dirigió a la espalda del sumiso y le empujo los hombros mientras les decía: “A cuatro patas, flexiona los brazos y levanta el culo”.

La Domina, delicada y experta no quería lastimar innecesariamente al sumiso y se entretuvo a jugar con su ano, a lubricarlo, mientras le metía un dedo, dos, tres… y le tiraba de la cuerda que ataba sus huevos para mostrarle quien dominaba la situación.

Aunque evidentemente no era necesario.

Cuando noto las manos de la Señora aferrarse a sus caderas el sumiso supo que llegaba el momento, ansiado, temido…

Noto la presión en su esfínter, intento relajar-lo, se concentro en el tacto de las manos de la Ama para excitarse y facilitar la penetración y el dildo se abrió paso, rompió la primera barrera y lentamente ocupaba su intestino.

No fue una penetración uniforme, mi Ama lo iba metiendo y sacando y ganando centímetros en cada embestida. Hasta que noto el contacto del cuerpo de la Ama contra su culo.
Lo tenia todo dentro!
La sensación era de plenitud, tenia sensaciones que nunca había experimentado, no sabía si le dolía o le gustaba, estaba muy excitado por la situación, por la sumisión, por las sensaciones…

Estos pensamientos se interrumpieron cuando la ama se retiro lentamente y sin sacar el dildo volver a llegar al fondo. El movimiento se repitió cada vez más rápido.
Mi Diosa disfrutaba teniendo al sumiso insertado, a su disposición, follándole aquel culo que ya era suyo!.

El sumiso se debatia entre el dolor y el placer.

El no sabia cuanto tiempo llevaba ya en aquella posición, el dildo no pierde nunca la erección y esperaba que su ama a la que oía jadear per el esfuerzo quisiera descansar! En una de las penetraciones, el dildo quedó quieto en lo más profundo de su culo y noto como la mano de su ama le cogía la polla que estaba excitada y erecta.

No necesito más que unos apretones y unas sacudidas para tener un orgasmo brutal, que conmocionó todo su cuerpo, necesitaba tumbarse, no podía aguantar más en aquella posición.

Y como si ella leyera sus pensamientos, salió de su interior. Y el sumiso se derrumbó. Se concentraba en su respiración que se normalizaba y en su culo ya libre de aquel intruso. -“Vamos, levanta y recoge con tus dedos la corrida”. Lentamente con dos dedos recogió una parte i miró de manera interrogativa a su dueña.

La respuesta era obvia: “Lamelos y recoge el resto.

Y rapidito!!.

Cuando ya se había comido su corrida la Ama lo levantó tirando de los huevos y se puso frente a el ambos notaban la respiración de la otra persona muy cerca.

Se notaba la intensidad de sensaciones que ambos se transmitían.

Ella sonreía y el no sabía que ocultaba aquella sonrisa. Más dolor o placer…

Rápidamente lo supo cuando la mirada de la ama se dirigió a sus pezones y casi de manera simultánea los agarró con el anular y el índice y los estrujó y retorció.

Su sonrisa se hizo mayor al oír las quejas del sumiso. -“Hoy no los martirizaré más los dejo para la próxima sesión esto ha sido un divertido aperitivo” y lentamente se giró, empezó a andar y a arrastrar al sumiso de la cuerda y de sus ya castigados huevos. 
Caminaban por el pasillo y la Ama le daba pequeños tirones a medida que avanzaban y podía oír las quejas sel sumiso respondiendo a cada tirón.

Finalmente llegaron al baño e hizo tumbarse al sumiso en la bañera boca arriba. -“Hoy ha sido la primera sesión y me ha gustado.
Por eso ha llegado el momento de bautizarte”. Y apoyando una pierna en la parte superior de la bañera empezó a orinar sobre el sumiso.

Su pecho, cuello, cara… Y el cerraba con fuerza sus ojos y su boca.

De repente un fuerte tirón de la cuerda en los huevos le hizo abrir los ojos y la boca para quejarse. -“Yo soy tu Diosa, mi líquido es sagrado y no lo puedes desperdiciar! Entendido!”. Acompañaba sus palabras con los tirones necesarios de los huevos para darles aún más importancia.

El no sabía que le mostraba más el poder de su ama, estar denudo y tumbado bajo ella; verla altiva, sonriente de pie sobre el, o la cuerda que tiraba de sus huevos.

Renovó la meada directamente a la boca del esclavo que pronto se llenó y le sobresalía per los costados, cuando un nuevo tirón aún más fuerte acompañó la última orden: “Traga!”.

Un segundo tirón fortísimo hizo que el sumiso levantara la pelvis para mitigar el dolor, pero ya sabía que no le quedaba opción y abrió su garganta para que el líquido pasara a su interior.

La Mistress sonreía al ver el movimiento del cuello del esclavo cada vez que tragaba su preciada meada.

Le soltó la cuerda, ya no hacia falta recordarle a quien pertenecía, a quien debía el sumiso su obediencia y lentamente las ultimas gotas cayeron sobre el sumiso sellando una relación que empezaba y que les depararía más encuentros excitantes.
 

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