Mi tia pili
“ MI TIA PILI “

La verdad es que no me apetecía mucho la idea de pasar mis vacaciones de verano en un pueblucho olvidado, en casa de una hermana de mi madre a la que no conocía, pero quien manda, manda y en casa no había muchas opciones para elegir.
Llegué un 1 de agosto y me recibió una encantadora mujer de unos 32 años, según ella, y con un abrazo y mil besos se presentó como mi tía Pili.
Ella vivía sola, era soltera y muy atractiva, la hermana menor de mi madre. Exuberante y la simpatía a raudales, cosa que me tranquilizó bastante, a mis 15 años me pareció una mujer hermosa.
Me acompañó a la que iba a ser mi habitación y me instalé en ella. Una gran cama de matrimonio para mi solito. Deshice mi mochila y bajé a cenar.
La cena fue agradable, ella no paraba de hablar y reír recordando que la última vez que me vio no levantaba un palmo del suelo. Yo más bien no recordaba nada ya que nos fuimos a la ciudad siendo yo un crío.
Pues terminamos y al rato nos fuimos a dormir, el viaje había sido muy largo y pesado y verdaderamente estaba cansado.
Estaba medio dormido cuando me percaté de que se abría la puerta de mi habitación. Encendí la lamparita de la mesita y allí estaba ella con un camisón blanco y un vaso en la mano.
Yo pegué un bote de la cama y ella se disculpó por haberme asustado, me traía un vaso de leche….ya le vale, pensé yo.
Se sentó a mi vera en la cama y dejó el vaso en la mesita de noche.
Yo empecé a sentirme entre incómodo y desconcertado por aquella situación.
Era una mujer preciosa, nunca había sentido lo que sentía en aquel momento, ella se percató de mi turbación y aprovechó para darme un gran beso en los labios y susurrando me dijo que me relajara y que me dejara llevar.
Yo no entendía nada, pero me estaba gustando aquello y empecé a notar que mi pene se estaba poniendo duro y más cuando ella metió su mano por debajo de la sábana y me lo empezó a acariciar.
Con la otra mano acercó la mía hacia sus pechos, y noté sus pezones duros como dos garbanzos. Fue bajando mi mano y la metió entre sus braguitas y empezó a frotarla contra su sexo que ya estaba húmedo.
Mi pene cada vez estaba más duro y ella me sonrió con esos labios carnosos y esos ojazos marrones clavados en los míos.
Se quitó el camisón y las bragas dejando al descubierto su desnudo cuerpo, parecía una diosa.
Me acercó uno de sus pechos a mi boca y chupé su pezón mientras acariciaba el otro con mis manos pellizcando su otro pezón totalmente duro.
Ella gemía de placer, me quitó la sábana que cubría mi cuerpo mientras me masturbaba con frenesí mi miembro que creía que me iba a reventar.
Hizo un giro y se puso encima de mí pero al revés, Me puso su coño en mi cara y ella se llevó mi pene a su boca, (así descubrí la posición del 69 )
Yo creía que aquello era un sueño, pero era una realidad que se estaba brindando y tenía que aprovecharla al máximo…
Yo comence a lamerle y chuparle su húmedo coñito y me gustaba aquel sabor entre salado que me caía por los labios. Descubrí su clítoris, era como un pene chiquitín y cada vez que le pasaba la lengua ella se estremecía de placer y contoneaba su culo y su vientre se movía con espasmos entre gemidos y restregueos contra mi boca.
Me chupaba mi nabo con delirio y glotonería, como si de un manjar se tratara….me dijo entrecortada por el placer que cuando me fuera a correr que se lo dijera….y así fue….estaba a punto ….yo solté un ahora y ella me dijo no pares cariño…
Y así, al unísono nos corrimos los dos entre gemidos de placer bestiales y primitivos…..ella se lo tragó todo y yo todo su orgasmo con una excitación de miedo…
Caímos rendidos uno junto al otro, nos mirábamos los dos y me besó introduciendo su caliente lengua en mi boca y saboreé mi propio esperma y ella sus jugos vaginales y esto nos excitó más todavía.
Creía que había terminado cuando de un salto se volvió a meter mi pene en su boca y comenzó de nuevo a lamerla y ésta se puso firme otra vez, se sentó sobre mí y la introdujo en su húmedo coño contoneándose como una posesa.
Me pellizcaba los pezones y yo acariciaba y estrujaba sus pechos tersos. Gemía cada vez que se movía empalada en mi verga proporcionándome un placer inmenso. Al mismo tiempo me masajeaba mis testículos con su mano como si los quisiera exprimir para que yo me excitara más.
Cabalgaba como una amazona sobre su corcel y su movimiento de culo me proporcionaba cada vez más y más gusto.
No tardamos mucho en volver a corrernos los dos entre gemidos de placer y llegamos al éxtasis más profundo.
Cuando terminamos me lamió nuevamente mi pene como si de un dulce se tratara y yo también le comí todo su salado coño sonrosado y palpitante…
Nos quedamos dormidos, en un profundo sueño abrazados los dos fundidos en un mismo cuerpo….

Cuando desperté por la mañana, los rayos del sol entraban por la ventana…ella ya no estaba.
Oí ruidos de cacharros abajo, Pili estaba preparando el desayuno. Bajé y allí estaba ella preparando un suculento manjar, y sonriendo me dijo:
  • No le cuentes nada de lo que ha sucedido a tu madre, ya me entiendes, ella nunca lo aceptaría…jeje.
    Descuida tía, nuestro secreto estará siempre seguro.


Y así fue como perdí mi virginidad con 15 años.
Nunca más nos volvimos a ver desde aquella vez, hoy en día, después de 40 años, todavía no me explico cómo pasó aquello tan maravilloso.

Más tarde me enteré de que se había casado con un arquitecto adinerado y aburrido.

Nunca te olvidaré querida tía Pili.


Escrito por Francisco Ibañez Gómez

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